En las últimas décadas, el secuestro ha surgido como una de las principales fuentes de inseguridad en México. Es una amenaza cuyo alcance ha llegado a diversas regiones del país y que aflige y afecta la vida de muchos ciudadanos mexicanos. Sin embargo, a pesar de afectar a miles de personas -directamente a través de la experiencia del secuestro e indirectamente a través de diversos mecanismos para mitigar el riesgo de secuestro- esta inseguridad omnipresente sigue envuelta en un tabú. Aunque, se ha generalizado en todo México, frecuentemente el secuestro sigue siendo un delito del que muchos se sienten incómodos al hablar y peor aún imaginar cómo enfrentarían una situación de esta naturaleza. Frente a esta problemática preferimos no llamar la mala suerte y así evitamos planear como enfrentar este tipo de riesgos.

Aún cuando aumentan las altas cifras negras, las estadísticas oficiales reflejan solo una fracción de los incidentes de secuestro. Complicidad policial; altos niveles de impunidad; incumplimiento del estado de derecho. Todo esto afecta la confianza de los ciudadanos en la capacidad del estado para combatir esta práctica ilícita.

En este contexto, la inseguridad vinculada al secuestro ha penetrado profundamente en la psique del mexicano. La llamada 'democratización' de esta amenaza asegura que ya no sean solo los ricos quienes se conviertan en víctimas. Además, este fenómeno ilícito también ha demostrado la capacidad de llegar más allá de las fronteras., Las ramificaciones del secuestro son visibles en el impacto que tiene en la movilidad a través de la frontera entre Estados Unidos y México, y la vulnerabilidad de los migrantes frente al secuestro y sus dinámicas de violencia en los espacios fronterizos.

Con el apoyo del Newton Fund, y basado en la Universidad de Leeds y la Universidad de Exeter en Inglaterra, nuestro proyecto, M.A.K.E., trabaja para proporcionar mecanismos para la construcción de medidas sostenibles de seguridad entre pares, para enfrentar el secuestro cuando la confianza en el Estado y sus policías y aparatos de seguridad son limitados o no existentes.

Al involucrarnos con activistas, víctimas y sus familias, hemos explorado el potencial de las acciones contra-secuestro lideradas por ciudadanos y hemos trabajado junto con ellos para coproducir un conjunto de herramientas que ayuden a los mexicanos a enfrentar esta amenaza. Conscientes de que los ciudadanos y activistas ya han estado desarrollando sus propias estrategias para abordar la amenaza del secuestro, nuestro proyecto ha trabajado extensamente con colaboradores locales para documentar y comprender los enfoques que han adoptado, y construir innovaciones y mejoras en base a este conocimiento. Es por ello que, exploramos nuevas formas en que las prácticas y tecnologías cotidianas se pueden adaptar contra el secuestro. También es por ello que todo nuestro proyecto es liderado por los ciudadanos.

Después de un trabajo etnográfico que incluyó 60 entrevistas con víctimas de secuestro, ONGs, autoridades, policías y perpetradores de delito de secuestro en la Ciudad de México, Morelos, Veracruz, Tamaulipas y Guerrero, nuestro proyecto de investigación comenzó a diseñar una serie de mecanismos e intervenciones para concentrar y analizar las diversas estrategias que los mexicanos implementan para afrentar el secuestro y otras amenazas graves de seguridad en su vida cotidiana. Se realizaron un subconjunto de entrevistas para comprender de primera mano el modus operandi de algunas bandas de secuestradores. Entrevistamos a jóvenes en centros de rehabilitación que habían realizado secuestros para tener una idea de las formas en las que operaban y su lógica.

Una vez que sistematizamos estos diversos conjuntos de datos, desarrollamos un cómic/ manual para crear ideas que ayuden a combatir el secuestro, ya que esta es una amenaza que puede mitigarse, pero no prevenirse. Una de nuestras innovaciones clave es la creación de un sistema digital en el que diversas partes interesadas puedan crear grupos de pares de confianza para enfrentar emergencias de secuestro.

El espíritu y las ideas detrás de lo que llamamos las 'Islas de la Confianza' provienen de los Uros del Lago Titikaka, que viven en islas flotantes, que se juntan cuando se casan o hacen alianzas con sus vecinos, y se separan cuando se rompen los matrimonios, o no confían o comparten los mismos valores que sus pares. Creemos que estas formas amerindias de territorialidad acuática se adaptan mejor a los escenarios cambiantes y desafiantes de seguridad en México.

Otro hallazgo que surgió de nuestro trabajo de campo está relacionado con la definición misma de lo que constituye un secuestro. Hoy en día, el secuestro solo es reconocido por la ley cuando las familias reciben una llamada de rescate, que caracteriza al secuestro extorsivo. En México el secuestro está relacionado con una serie de otros delitos como explotación sexual, trabajo forzado y sustracción de órganos, lo que significa que muchas veces no existen llamadas de rescate. Entonces, ¿qué deberíamos hacer con estos secuestros, deberíamos clasificarlos de manera diferente debido a que el valor que el crimen organizado le otorga a es estas víctimas no deriva del rescate, o deberíamos ampliar la definición de secuestro?

Esta no es una pregunta académica, si se amplía la definición de secuestro, las fuerzas y centros especiales contra el secuestro ya agobiados, encontrarán de repente cientos o miles de casos más en sus escritorios. Sin embargo, si no ampliamos esta noción, entonces privilegiaremos los secuestros que afecten a aquellos que podrían estar mejor, dejando a su suerte a grandes sectores de la población ¿que podrían no recibir una llamada de rescate? También se dan los casos en las que las familias reciben una sola llamada y nunca más están en contacto con los captores de su ser querido.

Nuestras tecnologías contra el secuestro dirigidas por ciudadanos están diseñadas para grupos familiares, de amigos y de organizaciones, dispuestas a crear un plan de seguridad dinámico y un comité de respuesta de emergencia. Esperamos que nuestras tecnologías ayuden a los ciudadanos a lidiar con los casos de secuestro u otros delitos graves. Una vez que el plan esté configurado en la aplicación, los usuarios/miembros de la red sabrán cómo proceder para enfrentar la amenaza que viven, según sus propios acuerdos preestablecidos, en los que decidirá decidirán quién actuará y cuándo.

En M.A.K.E. hemos explorado el impacto de las respuestas de secuestro y contra-secuestro en la región fronteriza México-Estados Unidos, así como las complejas movilidades que se han desencadenado por el secuestro en estos espacios fronterizos. Con misiones de trabajo de campo a los centros transfronterizos de Ciudad Juárez / El Paso y Tijuana / San Diego, nuestro trabajo de campo examinó las experiencias de diversos grupos cuyas vidas cotidianas y relaciones con la frontera entre Estados Unidos y México han sido condicionadas por el secuestro:
• Familiares de los secuestrados y desaparecidos en las tierras fronterizas del norte de México;
• Solicitantes de asilo que han buscado refugio del riesgo de secuestro, así como aquellos activistas que los ayudan;
• Elites ricas que se mudaron al norte a través de la frontera para aislar a sus familias del riesgo de secuestro en México;
• Migrantes que buscan cruzar la frontera que están expuestos al secuestro a un nivel casi industrial;
• Consultores transfronterizos de seguridad privada que protegen a los clientes del riesgo de secuestro cuando realizan actividades transfronterizas;
• Grupos de la comunidad empresarial local y otros actores de la sociedad civil que demostraron resistencia y solidaridad al enfrentar esta amenaza; y,
• Los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley (de ambos lados de la frontera) tienen la tarea de enfrentar el secuestro.

Estos son solo algunos de los grupos cuya participación en nuestra investigación nos ha proporcionado una comprensión más profunda de los patrones de secuestro y las respuestas de contra-secuestro en las fronteras de Estados Unidos y México. Lo que es más importante, su generosidad nos ha permitido comprender mejor cómo el secuestro no solo impacta directamente a los secuestrados y los familiares que los esperan, sino también cómo el secuestro destruye los lazos íntimos de la vida familiar, comunitaria, profesional y social cotidiana en lugares donde se ha convertido en una amenaza endémica y constante .
Al aprender de los más afectados por el secuestro en estos entornos transfronterizos, hemos trabajado para obtener un conocimiento más profundo de este fenómeno y sus efectos estigmatizantes y generalizados. Hemos adquirido nuevos conocimientos sobre cómo combatir este crimen, esto definitivamente implica trabajar para romper los tabúes en torno al secuestro, así como catalizar nuevas narrativas sobre esta inseguridad y nuevos esfuerzos para contrarrestar esta amenaza. Al tratar de innovar la acción contra el secuestro en México, también buscamos medidas innovadoras contra el secuestro adoptadas en Colombia. Al colaborar con actores de la sociedad civil, académicos, activistas y unidades especializadas en lucha contra el secuestro, nuestro trabajo de campo en Colombia proporcionó perspectivas novedosas sobre cómo se innovaron las medidas contra el secuestro para este contexto y se implementaron no solo para resolver situaciones de secuestro, sino también para garantizar un trato más humano de los secuestrados, y un mayor apoyo a los familiares que esperan su regreso.
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